Corrosión en metales: qué es y por qué se produce | Noticias de la Ciencia y la Tecnología (Amazings® / NCYT®)

2022-10-22 19:51:49 By : Ms. Bella Zhang

Sábado, 22 de Octubre de 2022

Actualizada Viernes, 21 de Octubre de 2022 a las 15:42:28 horas

La corrosión del metal se produce por un proceso químico (o electroquímico) por el cual el metal se transforma en un óxido u otro compuesto. Esta corrosión ocurre de forma gradual, provocada por diferentes agentes como gases, ácidos, sales, sustancias que están en la atmósfera, sustancias de naturaleza orgánica, etc. Aunque determinar el motivo por el que los metales se corroen es complicado se pueden establecer diversas causas. 

Si quieres saber más sobre este tema, sigue leyendo porque vamos a explicarte qué produce la corrosión en metales y los métodos para evitarla.

La corrosión se define como  “el desgaste paulatino de los cuerpos metálicos por acción de agentes externos”, esto quiere decir que es el deterioro que se produce por el ataque del oxígeno, lo que conocemos como oxidación. 

Los metales pueden ser más o menos sensibles a la corrosión dependiendo de su potencial de oxidación, por eso se pueden clasificar en básicos (cobre, plomo, zinc, estaño), ferrosos (hierro, manganeso, molibdeno, cromo, titanio, cobalto, tungsteno), preciosos (plata, oro, platino) y radioactivos (plutonio, torio, uranio, radio). Aunque todos pueden sufrir la corrosión, hay algunos metales como el oro y el platino que tienen un potencial de oxidación muy negativo y son bastante resistentes a la oxidación, por lo que la exposición al aire no les afecta.

El hierro, sin embargo, tiene un alto potencial de oxidación y aunque es difícil determinar su causa, algunos de los factores desencadenantes son el agua y el oxígeno. Cuando el hierro se moja se oxida debido a un proceso electroquímico.

Se denomina así a la corrosión en la que el metal se destruye por igual en toda la superficie.  Suele ocurrirles a los metales puros y en las aleaciones de solución sólida homogéneas.

Esto es lo que pasa cuando la corrosión solo afecta a algunas zonas del metal debido a la rotura de la capa de protección, por lo que se dispersa por el interior. Los golpes o rasguños son los desencadenantes de este tipo de corrosión.

También llamada corrosión intergranular, es aquella en la que el metal o la aleación se va deteriorando por los bordes de la veta. El mayor problema de este tipo de corrosión es que no se suele apreciar a simple vista, sin embargo, se propaga en profundidad, lo que puede ocasionar graves desperfectos e incluso desintegrar la veta.

Cuando un metal está en contacto con otro metal más noble en un medio húmedo el movimiento de los iones metálicos provoca la oxidación del menos noble. 

Es la que provoca pequeños agujeros en el metal, por lo que suele tardarse en detectarla, pero que degrada la pieza metálica a una gran velocidad.

Ocurre cuando hay una solución o líquido estancada en contacto con el metal. 

Suele pasar en las piezas que están recubiertas con pintura y provoca una corrosión en forma de filamentos.

La protección para evitar la corrosión y oxidación en metales es un proceso complejo para el que hay que encontrar soluciones universales. Para ello se deben tener en cuenta diferentes aspectos como la clase del metal que se quiere proteger, su composición y estructura, el estado en el que se encuentra y los agentes corrosivos y todos aquellos aspectos que influyen en su degradación. 

Para prevenir la corrosión en metales se pueden emplear diversas técnicas que proporcionan una excelente resistencia a los agentes que la provocan. 

Uno de los métodos más empleados debido a sus buenos resultados contra la oxidación y la corrosión es el recubrimiento con un metal autoprotector como el Zinc. Este procedimiento se hace desengrasando la superficie a tratar con un disolvente para hacer un decapado. La adherencia del metal autoprotector se hace a través de la electrólisis, esto es la descomposición de un material usando la corriente eléctrica.

El zinc es muy buen protector en todo tipo de piezas metálicas, ya que impide que se oxide el metal donde va aplicado. El polvo de zinc inhibe la oxidación de una forma muy eficaz, ya que ofrece lo que se llama “una protección de sacrificio”, esto significa que se oxida antes que el hierro, por lo que se “sacrifica” degradándose para que los agentes corrosivos no afecten al metal.

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