También devuelven la vida útil a aparatos infantiles /Foto: Yudaisis Moreno

¡Nadie diría que es fácil! El 14 de noviembre la industria conocida popularmente como la Belier, de Guanajay, (aunque es Berliet la marca), cumple 50 años de laborar entre chasis y motores, ventanillas y parabrisas… con el orgullo de verse por toda Cuba a través de sus ómnibus, pero también con obstáculos y sorteando el bloqueo de Estados Unidos a Cuba, el mismo que unido a problemas de financiamiento, les ha obligado a buscar alternativas para no cerrar sus puertas. 

Este año previeron en su plan de producción echar a rodar 480 ómnibus; de estos, la empresa CubaTabaco contrató 60 del tipo Diana, para facilitar el traslado de su gente. Sin embargo, partes y piezas imprescindibles para ensamblar esos vehículos no llegaron hasta este municipio artemiseño, donde sí entraron las 63 medidas adoptadas por el Estado cubano en función de la Empresa Estatal Socialista.

¿Entonces? A ampliar el objeto social. Manos a la obra dijeron entre todos, pues ir disponibles a casa, sin el sustento a las familias, no estaba en el ánimo de ninguno, y tomaron el pulso a la inteligencia colectiva, no sin antes buscar el punto de equilibrio entre la voluntad de obreros y directivos para cambiar rutinas y aprovechar los recursos en almacén, y los resultados económicos detrás de nuevos empeños.

Fue así como Noemí García Suárez, hoy jefa de Taller Producciones Varias, después de 30 años en el taller donde ventanillas, asientos y otras partes cobraban vida útil, comenzó su ajetreo entre fogones para carbón, hornos, baños portátiles, vagones, carretillas…

“Sentí una inmensa nostalgia. Era casi mi vida laboral completa entre ómnibus, pero al mismo tiempo sostengo un orgullo: tuvimos el ímpetu como colectivo de iniciar nuestros quehaceres por lo que más necesitaba Cuba en aquellos momentos de 2021.

“Fue en tiempos de covid, cuando ensamblamos camas y mesitas para el hospital pediátrico de la provincia, por la imperiosa necesidad de aumentar la asistencia médica.

“Fueron jornadas de incontables horas en una producción continua, que se acababa cuando se acababa, valga toda redundancia, y ahora seguimos esa fabricación para hogares maternos o de ancianos, por su perdurabilidad comprobada”, insiste mientras recuerda otras manufacturas que guarda con regocijo como las bancadas para el policlínico local.

¿Qué más hacer con la misma tecnología y lo recursos en almacén?, era la pregunta que merodeaba al colectivo en busca de iniciativas, nos cuenta Noemí. Entonces dirige la mirada a unos metros de paños de gran porte, que “urge concluir, pues son para delimitar tres kilómetros de cerca perimetral de la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM)”, explica.

Entre tanto, Iosvany Frías Álvarez, director general de la Evelio Prieto Guillama, confiesa no considerar que hubiera conciencia de “cuánto más podíamos diversificarnos para encadenarnos con otros actores económicos y cumplir con los ingresos, gastar menos y generar más, aunque tengamos la marca de no cumplir nuestro encargo estatal.

“La búsqueda de alternativas en intercambios con los trabajadores en función de generar ingresos, fue un proceso sin límite de ideas, con mucho compromiso y sentido de pertenencia. Ir a casa no podía ser la solución, si no estaban en nuestras manos los insumos para terminar las guaguas comprometidas en el plan.

“Un trabajo comunicacional previo, en redes sociales sobre todo, atrajo clientes para la compra de partes y piezas que clasificaban como ociosos o de lento movimiento en nuestros almacenes, de ahí que se beneficiaran entidades estatales, además de Trabajadores por Cuenta Propia y micro, pequeñas y medianas empresas de reciente constitución, venta que continúa”, amplía el director.

“Readecuamos nuestros talleres para dar mantenimientos que desarrollamos también fuera de la entidad, dígase pinturas a superficies de gran dimensión, equipos y locales; producimos e instalamos vallas y carteles (para lo cual subcontratamos la impresión); fabricamos kioscos, baños públicos itinerantes, paradas, carretillas verticales, vagones para la construcción, recuperamos baterías de vehículos…”, sostiene.

En el taller de plástico reforzado con fibras de vidrio nadie se detiene; el tiempo y la presión de los clientes así lo exigen.

Allí confeccionaban defensas de ómnibus, partes traseras, asientos, techos. Ahora combinan los saberes de siempre para reparar las bóvedas de Autos Rex, (entidad que alquila vehículos de lujo); confeccionan tejas traslúcidas para sumarlas al plan de la vivienda u otro destino afín; y tienen bajo su responsabilidad la rehabilitación de defensas estribos, caretas, frentes (incluida la pintura), de transportes de la ZEDM, explicó Abel Lemus Cintado, quien hace 14 años es parte de este colectivo.

Daysniel Lázaro Muia Cabrera, director tal UEB Partes, Piezas y Herramientas, una de las siete de la Empresa guanajayense, refiere que no hubo objeción alguna a la transición de emplear recursos y experiencias en otras producciones, pues la laboriosidad distingue a la mayoría.

“Habilitamos nuevos moldes, lo cual tal vez figura como el talón de Aquiles para poder hacer más, al no siempre tenerlos disponibles. Está en nuestras pretensiones futuras reparar contenedores de desechos sólidos (muy costosos para el país y deficitarios en el territorio), fabricar bañaderas, fregaderos y butacas, por solo citar otras iniciativas.

“Ponemos empeño en devolverle la lozanía a los caballitos y otros equipos del parque infantil de diversiones La Isla del Coco, de La Habana, un trabajo minucioso por el grado de deterioro que tienen y por la seguridad que debemos darle para la recrear a los más pequeños”.

¿Y Los Caballitos de Artemisa?, le pregunto. “Ya pondremos manos en ellos para que cabalguen sueños y nosotros siempre tengamos fuentes de ingreso, solo habrá que mediar contratos e intenciones, pues no detenernos es el denominador común”, insiste mientras abre puertas a clientes.

Otro taller dentro de la Belier alerta por sus ruidos que tampoco se detiene. Sucede que de Bélgica a La Habana viajaron como parte de una donación guaguas con ventanillas cerradas que no demoraron mucho en ser insatisfacción para los pasajeros de la capital, por el exceso de calor.

Entonces llegaron hasta Guanajay donde sustituyen el ventanal original por otro con facilidad de movimiento, proceso que devuelve, en tiempo mínimo —si no fuera por las afectaciones eléctricas— mejor confort a unos 20 ómnibus. Igualmente se notan cambios en otras guaguas que, casi de baja por accesorios dañados, deben rodar en busca de transportar a la mayoría. 

Los tiempos de crisis convidan a no quedarnos inmóviles al borde del camino y buscar dentro de nosotros mismos las fortalezas para seguir vivos.  En la carretera próxima a Cuatro Caminos, en Guanajay, la cual nos conduce a la autopista Habana-Pinar, crecen los contratos y los clientes. La Evelio Prieto, más que andar con su marca Diana por toda Cuba, combina el sello de la laboriosidad— en la mayoría de las provincias cubanas— con el de ser útiles a su economía y la de todos.

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