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Vientos fuertes. Oleaje intenso. Y, después de la sudestada, la calma. Quizás entonces se pueda ver algo extraño flotando en la orilla. Una roca. Sí, una roca que flota.
Desde mediados de la década de 1980 llega a la costa oceánica un material que ha atrapado la atención de investigadores de las facultades de Ciencia y de Química de la Universidad de la República y para el que todavía no hay una respuesta pero si una hipótesis con mucho a su favor: esas piedras que flotan, que parecen una esponja, cuya forma es irregular y con una costra brillante que aparecen en Rocha después de las tormentas podrían ser impactitas, es decir, piedras terrestres que han sido modificadas por el impacto de un meteorito.
Hay dos hechos curiosos: el primero es que han aparecido piedras similares en playas de la provincia de Buenos Aires (cerca de Mar del Plata) y, por si esto no sorprende porque puede decirse que es relativamente cerca, las de Rocha y las bonaerenses son parecidas a unas encontradas en 1932 en el desierto de Wabar, en Arabia Saudita, para las que se confirmó su origen meteorístico.
“Los objetos llegan a la Tierra desde el espacio casi todos los días. De tanto en tanto hay un objeto grande que produce un impacto importante. De ese impacto hay dos tipos de material resultante: el primero es lo que se conoce como meteorito, que es material extraterrestre; y, por otro lado, el material terrestre que ha sido metamorfizado en su estructura mineral e incluso en su estructura química a causa del impacto. Eso son las impactitas”, explicó a El País Julio Blanco, investigador del Departamento de Astronomía del Instituto de Física de la Facultad de Ciencias y que lidera el análisis químico y mineralógico de más de 100 muestras extraídas de las playas de Rocha.
Hay tres palabras parecidas: meteoroides, meteoros y meteoritos. ¿Qué es cada cosa? El meteoroide está conformado por partículas de polvo y piedra que pertenecían a un cometa o a un asteroide. Cuando entra a la atmósfera de la Tierra, se produce un fenómeno de luz que es su combustión. El rastro brillante es el meteoro (también conocido como estrella fugaz). Por ejemplo, cada agosto es posible ver a simple viste la lluvia de meteoros de las Perseidas, cuyo radiante está en la constelación de Perseo (de ahí su nombre) y los meteoros en cuestión proceden del cometa 109P/Swift-Tuttle, que actualmente es el mayor objeto que se acerca de forma periódica a la Tierra. Si el meteoro es lo suficientemente grande y sobrevive al pasaje por la atmósfera caerá a la superficie y, entonces, será un meteorito. Las impactitas son las rocas que sufrieron metamorfismo de impacto por un meteorito. De todos estos conceptos, las impactitas son el único material terrestre y sus componentes fueron modificados por el calor y la presión del choque.
Las impactitas pueden producirse de dos maneras: o por obra de un volcán o por obra de un meteorito. En cualquier caso, una impactita se forma por rápidos cambios de presión, temperatura y energía. Lo primero está descartado por un hecho que abona la hipótesis de Blanco y que fue presentada en las XI Jornadas Geociencias “Las Geociencias en el Antropoceno” celebradas el pasado 12 de agosto y organizadas por Pedeciba Geociencias.
Los análisis que se están llevando a cabo en el Cryssmat-Lab del Departamento de Experimentación y Teoría de la Materia y sus Aplicaciones (Detema) de la Facultad de Química, que dirige Leopoldo Suecun, revelan un gran componente de mullita. Se trata de un mineral que solo aparece en eventos en “donde hay una fusión rápida de minerales” por una “gran aplicación de calor”. No obstante, el origen volcánico no corresponde en este caso porque hubiera generado solo trazas de mullita y en estas rocas –que son limpiadas, molidas y sometidas a una difracción de rayos X– hay mucha cantidad de mullita y cuarzo.
Suecun amplió para El País: “La mullita es un mineral particularmente indicativo de un origen de impacto para estas muestras. La cantidad es alta; es casi el mineral principal”.
Los análisis químicos y la difracción de rayos X –técnica de laboratorio que revela información estructural como la composición química de un material– han encontrado también hierro, aluminio, magnesio y níquel. Por ejemplo, un impacto de meteorito sobre arena provoca una composición de aluminio y silicio. La mullita es un aluminosilicato (tipo de mineral) que tiene una relación de aluminio-silicio particular formada a partir de su función.
En el Cryssmat-Lab también se hacen simulaciones para reproducir las condiciones en las que se formó la mullita. Para eso se utilizan hornos que llegan a los 1.300 grados donde se prueban fundiciones de óxido de aluminio y óxido de silicio.
“Lo que hace Julio es como lo que hacen los investigadores que quieren ver cómo se originó el fuego después de que se apagó el incendio. Solo tienen cenizas que son restos de minerales. Para esto hay unos pocos procesos que forman la mullita y, por lo tanto, que haya mucha es un buen indicador”, apuntó Suecun.
Otro punto a favor para la hipótesis de Blanco es que en algunas muestras, además, se encontraron trazas de kamacita, una aleación de hierro y níquel que solo está presente en los meteoritos; es decir, no es natural de la superficie terrestre.
Con todo, el químico arroja su presunción: “Pudo haber sido un meteorito metálico que al impactar y desarmarse dejó la aleación en las rocas que formaron las impactitas”.
¿Pero se puede saber dónde y cuándo ocurrió esta caída de meteorito? Aquí todavía hay interrogantes pero se piensa que se trata de un “impacto muy antiguo” y de “grandes dimensiones” que puede haberse dispersado en el océano Atlántico desde Mar del Plata hasta Rocha. Cada tormenta remueve rocas del sitio de impacto y estas llegan a las orillas favorecidas por las corrientes. Blanco concluyó: “Ahora hay que hacer análisis de datación para ver cuándo se produjo el impacto y luego buscar indicios de dónde puso haber sido”.
En 2001, el geólogo argentino Max Rocca publicó una referencia de las posibles impactitas de Rocha. En el texto de la revista Meteoritic & Planetary Science apunta que encontró las primeras rocas de este tipo en La Paloma a mediados de mayo de 1986 luego de una gran tormenta y que, en general, el sitio era “similar” al de los cráteres de Wabar, ubicados en Arabia Saudita. En el artículo se lee: “La playa estaba cubierta con cientos de pedazos de rocas de vidrio espumosas que, en la mano, se parecían mucho a las impactitas de Wabar. La pieza más grande tenía 40 centímetro de ancho y alrededor de un kilo de peso”. Rocca explica en el documento que una semana después encontró más piedras similares en La Pedrera y que los habitantes le indicaron que siempre aparecían después de las sudestadas. El geólogo sugiere: “Los cráteres similares a los de Wabar pueden estar ocultos en alta mar en el área de la playa de Cabo de Santa María, La Paloma, Uruguay. Sus impactitas de vidrio pueden haber sido distribuidas por las corrientes marinas hasta las orillas después de grandes tormentas. El evento puede ser frecuente. El área exige atención y estudio futuro”. Hay al menos tres cráteres de impacto de meteorito en el desierto de Wabar; estos miden 116, 64 y 11 metros de diámetro, respectivamente. Se encuentran a unos 550 kilómetros al sureste de la capital, Riad. El lugar del impacto es conocido por las tribus beduinas como “Al-Hadida”, árabe para “las cosas de hierro”.
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